Todo el mundo sabe que escuchar música, bailar, tocar un instrumento… tanto para los niños como para las personas adultas tiene un montón de beneficios. A nuestros residentes, ¡les encanta la música! Porque es algo que les divierte, les hace sonreír y recordar aquellas vivencias de juventud asociadas a una determinada melodía.
La música es una herramienta principal en programas de rehabilitación cognitiva en los que las actividades sonoras estarán encaminadas a la orientación a la realidad, la memoria, la atención, la concentración y reminiscencia…
Estudios recientes advierten de la importancia de la música para reducir los trastornos de conducta (secuelas de enfermedades como la demencia y/o el Alzheimer), como así también potenciar la capacidad auditiva y comunicativa.
Los investigadores señalan, que mediante el entrenamiento musical intensivo, incluso en las etapas avanzadas de la vida, se podría potenciar el procesamiento mental y mediante la música obtener efectos positivos, como puede ser reducir la pérdida de memoria vinculada al envejecimiento.
La música toca de una manera especial las emociones y, a través de ellas, se pueden proyectar actividades de expresión de ideas y sentimientos o, simplemente, la mejora del estado anímico, ofreciendo un clima distendido y agradable.
La música en la tercera edad ayuda a superar estados depresivos o de angustia y, junto con el baile, mejoraría el equilibrio y evitaría el riesgo de caídas.
La música y el baile mejoran el equilibrio y la capacidad para caminar. Además de sus efectos en el equilibrio y en la disminución de caídas, el baile mejora el estado anímico, aporta estabilidad emocional y capacidad de disfrute y de sentirse útil en una actividad. Todo ello conlleva una mejora de la calidad de vida de nuestros mayores.